miércoles, abril 20, 2011

El teorema del loro, de Denis Guedj

Es difícil proponer al héroe de esta historia, en parte, o esencialmente, porque las diversas historias mínimas que pueblan la gran historia tienen, cada una, su propio héroe. En cualquier caso, no es que no haya un héroe, sino que, quizás, hay demasiados. Otra vez Omar Jayyam, en el encierro del Alamut, buscando la X, chei, esa cosa oculta entre las copas de vino y los poemas en cuartetas; otra vez Fermat, en el encierro de sus márgenes estrechos, resolviendo los conflictos tejidos por Diofanto; otra vez Galois, preso en la urgencia de una noche sin tiempo, convirtiendo lo oscuro en claro, y en simple lo complejo; otra vez la muerte tempranera, llegando antes que la victoria…

Otra vez el infinito, la nada, lo complejo, lo imaginario, lo numerable, lo perfecto, lo real, lo natural, lo quebrado, lo fractal, la conjetura, lo demostrable, lo trascendente, lo asimétrico, lo probable, lo consumado y, otra vez, también, lo posible.

«… Ruche supo que su periplo matemático acababa ahí. Comenzó con un griego del Mar Egeo y lo acababa con un griego del mar Jónico. Tales necesitó una pirámide, Eratóstenes un pozo, y Arquímedes una bañera, espejos ardientes, manos de metal, etc. La pirámide del uno, el pozo del otro, o los dispositivos del tercero no son necesarios para el establecimiento de la verdad científica, y tampoco mejoran el rigor de las demostraciones. Están ahí para cazar lo imaginario y permitir responder a esta pregunta: Esta verdad, ¿en qué nos afecta?
Las verdades de la ciencia necesitan bellas historias para que los hombres se aficionen. El mito, aquí, no está para entrar en competencia con lo verdadero, sino para unirlo a lo que los hombres estiman y les hace soñar […]».

¿Cuáles son las historias? ¿Son historias verdaderas o son leyendas? ¿Importa la diferencia?

Entre casi un ciento de historias legendarias, cito esta, porque juro que no la conocía:

«… La familia (la de Tartaglia), que no tenía dinero para pagar a un médico, tampoco lo tenía para contratar un profesor. Niccoló ya había tenido uno, en realidad solo un tercio..., que le enseñó un tercio del alfabeto: de la A a la I. El padre apalabró un profesor cuando Niccoló tenía seis años. El pago debía hacerse por tercios. Micheletto pagó el primer tercio y, justo después, se murió. El profesor paró automáticamente las clases y Niccoló se quedó en dique seco, anclado en un tercio del alfabeto. ¿Qué hay y cómo se escribe lo que sigue a la I? Niccoló ardía en deseos de saberlo. Acabó por conseguir un alfabeto completo y aprendió, él solo, los dos tercios restantes. ¡Hasta la Z! […]».

O esta otra, de Cardano, matemático, médico y astrólogo de mala fortuna:

«… Cardano, ya muy célebre, era solicitado en toda Europa: Roma, Lyon, Dinamarca, Escocia. Le pagaron substanciosamente para que fuese a Edimburgo a curar a un arzobispo, y, a la vuelta, en Londres aprovechó para hacer el horóscopo de Eduardo VI, hijo de Enrique VIII y Jeanne Seymour, que subió al trono con nueve años. El soberano andaba por los dieciséis y leyó muy contento el horóscopo de Cardano, que le predecía larga vida, mucho más larga que la edad media de sus contemporáneos. No bien llegó a Italia, Cardano se enteró de la noticia: ¡Eduardo VI acababa de morir! Blanco de las burlas, no se amilanó. Pretextó unos errores de cálculo, lo que parecía bastante ridículo en un matemático. Rehízo los cálculos y halló finalmente... que Eduardo VI “tuvo razón en morir como lo hizo. Un poco antes o un poco después, su muerte no hubiera sido oportuna”. ¡Fantástico arte! […]».

Hay, en esa historia mínima, algo ausente, no dicho; sin embargo, es muy interesante y hasta, quizás, falso. Lo no dicho es que, para recuperarse del pésimo prestigio como astrólogo que le dejó alguna de sus predicciones, en especial la que le hizo a Eduardo VI, Cardano predijo la fecha de su propia muerte y, para asegurarse de acertar y asegurarse la esquiva credibilidad, se suicidó a la hora señalada: en punto.



Deseo pensar que lo verdaderamente interesante de esta historia de historias es el intento de conectar la prímula a la cosa o, menos eufemísticamente, el intento de conectar la literatura con la matemática; la búsqueda de coincidencias, algunas casuales y otras causales. ¡Quién sabe!

Pensando como pienso, debo aclararle que no busque usted, en este teorema, pura literatura o pura matemática, pues fracasará en ese intento. Le sugiero que busque otro tipo de relaciones, como Fe en el futuro, o una protesta de silencio, o algún otro tipo de dudosa virtud. Busque asimetrías, opuestos complementarios o, incluso, por qué no, una nada que todo lo puede.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Al comenzar a leer el libro me di cuenta de que se necesitaban ciertos conocimientos básicos para entender algunas explicaciones o demostraciones y, debo confesar, no me llevo bien con las matemáticas!! Eso, tal vez, me disuadió en el avance.
Leyendo lo que comenta es más fácil entender, me parece que podría haber sido más amena la lectura.
Fe en el futuro hay, y sin haber avanzado demasiado puedo decirle que se puede protestar con silencio, silenciar una protesta o ver que nada puede llegar a significar todo, para no parecer exagerada, mucho, bastante.

Anónimo dijo...

Cierta vez, un psicoanalista me preguntó para qué quería consultar a las brujas, si para eso existía el Psicoanálisis.

Creo fuertemente que, entre la literatura y la matemática, pasando por la fe, las virtudes non sanctas, los saltos que un lector puede pegar, desde el Todo a la Nada, y viceversa, como en una cama elástica, existe una energía salvadora. Eso que usted nombra como "una nada que todo lo puede", eso que yo sintetizo en un "anda, que todo lo puedes", es, a mi entender, la consecuencia del arte.

Hay un arte consumado y hay un arte posible. Su arte descansa, sin dudas, en el punto equidistante entre lo hecho y lo por hacer, y también, por qué no, entre lo que parece ser y lo que es.

Pues, le diré, por puro ánimo de parafrasear: yo no necesito leer la obra. Para qué? Si existe su letra, que me deja, como las brujas, como el Psicoanálisis y como el resto de los oráculos, una maravillosa sensación de sin respuesta cabalmente respondida.

Regina Castejon dijo...

Que es verdad? que no los ? para unos si para otros no : persepción.
Asegurar que sea realidad el futuro incierto solo Cardano, haciendolo con su porpia mano.
Superación, autodicta depdende que se trae, hay algunos que ni con todos los recursos del mundo aprenderan y otros en la dificultad saldran, se necista mucho criterio. Reyes a los nueve alños, ya no será criterio, sino destino o azar. Realidad, que objetivo y que es subjetivo? para mi casi todo podo por no desir todo es subjetivo, desde que interviene la persona como tal. Leyenda, relaidad, tradición? depende de tu persepsión. Extraordinaria anotación, un abrazo

Flenning dijo...

Anónimo 1: le agradezco el intento de seguir de cerca la lectura, pero, sinceramente, mi intención, en general, no es revelar ni explicarla la trama del texto. Supongo que esta paradoja, la de comentar sin comentar, es, también, una forma de relacionarme con el cero, la nada que encierra el todo ;).

Flenning dijo...

Anónimo 2: supongo que el autor de este Teorema… pensó, justamente, en demostrar la tesis que postula que hay un vínculo (al menos uno) entre el arte y la ciencia. Después de leer el teorema… yo no puedo afirmar que la tesis haya sido demostrada ─tanto el dispositivo sicoanalítico como los axiomas que utilizados por el autor parecen tener algunos peros… ;) ─ sin embargo me parece que el solo hecho de intentarlo tiene su mérito.

Entre el oráculo y el psicoanálisis yo siempre prefiero la moneda de la suerte.

Flenning dijo...

Solo de Interés: sin embargo, ese criterio que usted reclama, no parece ser un ingrediente indispensable en la mente de los talentosos. Es como si ellos necesitaran una dosis de locura para poder acceder a cierto tipo de conocimiento. No quiero decir que estoy a favor de la irracionalidad, pero los locos me caen bien ;)

Anónimo dijo...

Soy Anónimo 2, creo que no me expresé correctamente, no me hice comprender ;)

Anónimo dijo...

Perdón, quien dice ser anónimo 2 no es, en verdad, anónimo 2. Tal parece que ser anónimo es, también, una de las formas de relacionarse con el cero. Y porque no quiero tener nada que ver con la nada, le diré al anónimo 2 que, si dijo 2, cuando en realidad quiso decir 1, quizá tenga que leer el Teorema de marras para poner los números en orden. Luego, deberá intentar encontrar ese vínculo (al menos uno), entre el arte y la ciencia, del que habla Flenning. Si y solo si lo encuentra, se podrá hacer entender, quizá, con el número que le corresponde.

Anónimo dijo...

Entre tanto anónimo me olvidé el orden, Anónimo 1 y 6 somos uno. Disculpas

Anónimo dijo...

Anónimo 2 y X. Ya pedí disculpas antes de que apareciese su comentario. Jamás quisiera ser Anónimo 2 estoy sumamente conforme con MI número de anónimo !! Pareciera que hubiese pisado a alguien, no, tranquila, sólo confusión de anonimatos !! Tranquila, tranquila...

Anónimo dijo...

Bueno, tampoco exagere con eso de que "jamás" se pondría en mi lugar. Mire que ser anónimo 2 tiene sus ventajas... Usted podría, por ejemplo, curvar el espacio a su antojo, y hacer que la nada y el todo se tocaran, como la cabeza y la cola de una serpiente. Pero claro, antes debería poder reconocer la diferencia entre un extremo y el otro.

Flenning dijo...

Aprovecho el intercambio entre los anónimos para introducir un pasaje del Teorema… que no me parece casual y que viene al caso ya que esta vinculado con la mención posterior acerca del símbolo indio del uñero cero: un círculo vació que reseñita el todo.

El pasaje al que me refiero involucra a dos de los personajes principales, se trata de Roche y de Grosrouvre, filosofo y matemático, respectivamente.

«... Se conocieron el primer año de universidad. Ambos estaban matriculados en la Sorbona, Ruche en filosofía, Grosrouvre en matemáticas. Tras unos años de facultad, les tentó el gusanillo de la escritura. Ruche escribió un notable ensayo sobre la ontología, Grosrouvre publicó un trabajo bien documentado sobre el cero. En el mundillo estudiantil les llamaron desde entonces «el Ser y la Nada». Eran inseparables. Cuando años más tarde Sartre publicó su famoso ensayo filosófico, Ruche creyó que les había plagiado el título. Pero carecía de pruebas […]»

Unknown dijo...

Todo lo que estamos leyendo en este blog es literatura y a la vez matematica, ya que las maquinas computadoras tienen su lenguaje, el codigo binario,(0 y 1, no hay 2:P) que representa textos e instrucciones a la computadora.
E aqui la literatua y la matematica unidas.