Recuerdo que Julian Barnes se refirió a Borges, quizás sumido en la obligación de ser sublime, cuando mencionó una conferencia dictada en Oxford en la que Borges pronuncia la frase: «... La vida, una maldita cosa detrás de otra [...]».
Si bien la frase no pertenece a ninguno de ellos, intuyo, groseramente, que fue muy inspiradora para Barnes. Lo intuyo, digo, porque la frase me parece una gran metáfora de la vida, etcétera y porque Barnes transporta esta idea desde aquella conferencia en Oxford hasta su novela Amor, etcétera.
También digo que, precisamente, esta novela no es una historia sobre el amor, sino sobre los etcéteras, sobre todo lo demás, lo que está detrás de las cosas que siguen a otras cosas.
¿Cómo sobrevivir ante la caída del paradigma del amor? ¿Cómo continuar amando aún después de los hijos, de los fracasos profesionales, o de la pérdida de lo heroico, del deterioro del lavavajillas?
Los personajes de la novela son interrogados sobre estos temas mientras navegan sobre una idea bipolar. Ellos transitan por un estrecho río sin nombre que divide la orilla del amor pleno, de la orilla de todo lo sucedáneo.
Algunos de estos personajes, probablemente los más prácticos o los menos arriesgados, prefieren recalar en la orilla de los etcétera, y otros, creyéndose afortunados, inspirados, ilusionados, o malditos, se dirigen, o son guiados, hacia la orilla contraria. Algunos otros, por fin, demasiado heridos o demasiado incrédulos, incluso en la hipótesis del placer sexual, han preferido tan solo navegar, esperando que pase algo, alguna cosa después de otra.
Aunque esta teoría bipolar del amor, esta especie de mapa del río de la vida parece robusto y absoluto, pues divide a lo manifestado en "algo" versus "todo lo demás", Barnes se da cuenta de que no es exacto, se trata de una imprecisión. El mapa se desdibuja en medio de los accidentes geográficos no documentados... y entonces vuelve a interrogar a sus personajes, o los pone a jugar el juego de "¿prefieres esto o aquello?".
Ellos recurren a su memoria, a sus voces ancestrales, a sus cajas de recuerdos, y dicen, acertadamente, que las acciones de los navegantes precedentes condicionan las decisiones futuras. En la orilla del amor pleno, por ejemplo, pueden hallarse etcéteras: Podríamos amar a quien no nos ama, o podríamos ser abordados por la locura, o la peste, o la sed repentina y encontrar así, accidentalmente, el amor en lo sucedáneo.
Probablemente el error esencial que encierra el mapa, su trampa ontológica, esté en la propia definición de amor o en su carácter mutable, capaz de pasar de una orilla a la otra.
Creo, pese a todo, que vale la pena la travesía, pues lo que sí es cierto es que habrá una cosa después de otra; incluso podrían acontecer juntas.
11 comentarios:
Leo su comentario antes de leer el libro que tan generosamente comparte.
Yo no sé si existe un paradigma del amor, como usted dice, o es que más vale renegar del paradigma para evitar asistir a su caída...
Creo que, tan complejo como el ser humano es el amor humano, que hasta puede trascender lo humano.
Es cierto, por otra parte, que siempre habrá una cosa detrás de la otra. Lo que no creo es que todas las cosas sean pasibles de transformarse en objetos de amor y creo además, si me permite, que la "trampa antológica" de la que habla es la propia existencia. Claro que las cosas pueden acontecer juntas. Vida y muerte acontecen a la par, pero no me imagino un amor apegado a lo que se destruye, sino más bien a todo lo que se puede edificar, aun con la imaginación, aun en soledad, aun sin ser correspondido. Ahora que lo dice, tiendo a pensar que el "etcétera" por antonomasia no es otra cosa que el hombre con relación al universo y en su carácter de sucedáneo de los otros.
Interesante comentario el suyo, muy disparador de preguntas y reflexiones. Gracias.
si,vale la pena ese viaje por la vida,y asi como las cosas pasan una tras otra,asi pasan las personas en nuestra vida,algunos dejando gotitas de alegría,otros gotitas de tristeza,aún asi vale la pena realizarlo
Hay demasiada muerte a nuestro lado y para derrotarla hay que seguir viviendo, gozando la palmada del sol cada mañana y su abrazo fraterno y compañero,
el olor de crispetas dominguero
y el ballet de palomas en los parques bajo el canto pregón de los venteros.
S.
Hermoso poema de Beatriz Rivera, gracias.
Lo cito completo para los interesados:
>Hay demasiada muerte a nuestro lado
y para derrotarla
hay que seguir viviendo,
gozando la palmada del sol cada mañana
y su abrazo fraterno y compañero,
el viento redondeando las naranjas,
el olor de crispetas dominguero
y el ballet de palomas en los parques
bajo el canto pregon de los venteros.
gracias,no lo recordaba completo
tampoco quien lo escribio
Lo encontrado en una orilla, en la del amor, por ejemplo, nos lleva, quizás a la opuesta y allí encontrar las cosas que Ud dice, el desamor, la locura, la sed. Es que es imposible deprenderse de los bagajes viajando de una otra, tanto por decisión propia como la que uno no decide.
Es lindo leerlo siempre, pero, sabe? Cuando Ud escribe lo propio es aún más maravilloso. Usted seduce a la pluma aunque mucho más para lo propio que lo ajeno. En aquel es quién manda, quién la dirige y se ve que lo hace de maravillas. Complazca a sus lectores, ponga algo, que seguramente tiene mucho, de su cosecha. Felicitaciones, señor.
leno de tantos anónimos, tengo que aclarar que respondo al primer comentario.
Si me permite un poco de sarcasmo y otro poco de dislexia, creo que si la propia existencia es lo ontológico entornes no sería una “trampa antológica” sino que sería una “trampa tautológica”.
Fuera de esto pienso como creo que piensa Barnes cuando digo que veo un yerro en la división existencial propuesta por algunos de sus personajes. Dividir lo manifestado entre amor y etcétera me parece incorrecta pues, en una división tal, el amor seria cazador y presa.
En la vida de cada día y en la vida de siempre, en ese ir y venir de sucesos y de orillas, de anclas y barloventos, el amor se manifiesta en ambas orillas: diestra y siniestra. Por eso creo que el amor no es algo fuera de lo cual está el desamor, o el etcétera, o lo sucedáneo, sino que el amor es algo fuera de lo cual solo hay más amor.
Efectivamente, caballero, creo que debió empezar por lo tautológico, antes de perderse en el breve camino entre vocales que va de lo ontológico a lo antológico.
A pesar de tanta esdrújula, tengo la impresión de que la cosa es grave:
o usted es un idealista sin remedio, o es sencillamente amoroso.
la vida,una maldita cosa tras otra"
considero que no es una "gran metafora"de la vida,mas bien diria una gran metafora de la vida de los que solo saborearon tragos amargos,si bien la vida es una cadena de eslabones,de hechos,no todos son malditos,la llegada de un hijo,es el trago mas dulce,placentero y tierno
quien habra dicho esa frase?
mucho ruido mucho ruido........
y pocas nueces , es una obra de Guillermo Shakespeare, se referirà a esa frase?
Muchas veces el ruido anuncia una fruta carnosa, quizás encerrada en una cáscara dura, ante el mandala adecuado, se abrirá y dejará su fruto expuesto.
Quizás anónimo seis no debiera tomar lo que alguien escribe al pie de la letra. Quién así se manifiesta y cala tan hondo,como quien comenta es texto, jamás puede considerar la vida como un trago amargo.
O quizás se refiere a la frase de Joaquin Sabina ante esa pareja que se separa? Me encantaría saber cual de las opciones es la correcta.
Por un lado, me parece que la frase por la que se pregunta es, precisamente, la del título del post, la que motivó a Julian Barnes y la que pronunció Borges en su conferencia. La frase, como dije, no es de Borges ni de Barnes. En la conferencia de Oxfortd Borges la cita como si fuese de Lord Chesterfield, pero hay controversia.
Por otro lado, creo que la alusión al "mucho ruido" es por la canción de Sabina y Ruibal que yo estaba escuchando en el momento de publicar el comentario del anónimo seis; otro posibilidad es que se haya aludido a la vacuidad de la vida, a la oquedad del post, a algún yerro contextual del autor del anónimo citado, o quién sabe a qué.
La versión que más me gusta de Ruido es , precisamente, la de Sabina y Ruibal.
Me gustaría que anónimo seis manifieste el por qué de su mucho ruido, mucho ruido.(Oh, parece esto una sesión de Ouija, que se manifieste dije?)
Yo más bien entendí que se refería a que Ud., al tomar la frase y comentarla, era una persona que tomaba la vida sólo como un trago amargo. Y, si se tiene en cuenta lo que manifiesta en lo que escribe, ni remotamente podría pensarse en eso.
Anónimo seis, podría contarnos cuál era su idea?
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