Los comentarios que hicieron algunos lectores a la reseña sobre El hijo del acordeonista me motivaron a reflexionar sobre los principales tópicos comentados. En términos eufemísticos me refiero a la música para el recuerdo y a las palabras para no olvidar.
David, el inmigrante vasco, no solo le da protagonismo a los temas clásicos del repertorio del acordeonista como “Padam, padam” y “Barcarola”, la de Los cuentos de Hoffmann –en estos temas parece estar la inspiración misma del autor– sino que también se acerca y adjetiva los temas más populares, como el viejo “Casatschok”, de Boris Rubaschkin, o la alegre “Tarantella”.
El acordeón y su música conectan a David con su pasado y con su corazón, pero cuando llega a Arkansas, ya con los modales de los inmigrantes que huyen de la guerra, en el rancho de su tío, se acerca a la música folk, al jazz y al swamp rock de Norteamérica. En su repertorio aparecen nuevos autores como Bruce Springsteen, Credence Clearwater Revival o Ben Webster.
Así, sencillamente, por esas confluencias de acordes, compases y versos, Mary Ann, la esposa de David, es rebautizada como “Mary Queen of Arkansas”, de Bruce Springsteen y sus besos, me refiero a los de Mary Ann, se transforman en “The touch of your lips”, la obra del famoso saxofonista Ben Webster, de Arkansas City.
Cualquier camino, incluso uno de Quinientas millas, parece llevar al músico hacia la música. El repertorio de David es tan vasto como ecléctico.
En el tren que se alejó
Va mi amor que me dejó
…
Siempre, siempre oiré silbar
ese tren que se llevó
a quinientas millas lejos a mi amor.
También aparecen los versos de “Angelitos Negros”, la obra del autor cubano Letra Blanco o “La playa”, el hit de Marie Laforet que fue cortina musical de la película “À plein soleil”, protagonizada por Alain Delon.
En este temario algo aciago están muchas de las canciones citadas en la novela.
Respecto de las palabras que uno desea indultar para rescatarlas del olvido, las palabras para no olvidar, debo decir que no me refería a ellas en un sentido semántico. Es cierto que uno no debe olvidar la palabra “perdón”, o “valor”. Estoy de acuerdo con quien publicó ese o un comentario parecido en el post anterior. Sin embargo mi intención al trasladar aquellas preguntas era la de rescatar el idioma, el habla. Quizás haya palabras que dejaron de usarse porque ha dejado de existir aquello que nombraban.
Ojalá usted comprenda el alcance y la intención de mis preguntas, mientras observa este otro video.
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