domingo, junio 14, 2009

La cantante calva, de Eugène Ionesco

Alguien lee el diario y comenta una noticia; otro, la esposa del primero, por ejemplo, contesta algo sobre una receta de cocina, algo aislado y sin correspondencia con la noticia comentada. Luego, el primero dice otra cosa que no está relacionada, ni con la noticia del diario, ni con lo que comenta su esposa y así pasan horas, días, hablándose sin comunicarse.

El matrimonio Smith ─no me refiero a los Smith como un genérico de cualquier matrimonio, sino como los protagonistas de esta obra─, atestigua si es posible vaciar de contenido las palabras. Ellos pueden hablar, durante horas, de nada. En realidad ellos monologan con el ritmo del diálogo, pero no se escuchan.


Diálogo entre Los Smith

SRA. SMITH: – Las patatas están muy bien con tocino, y el aceite de la ensalada no estaba rancio. El aceite del almacenero de la esquina es de mucho mejor calidad que el aceite del almacenero de enfrente, y también mejor que el aceite del almacenero del final de la cuesta. Pero con ello no quiero decir que el aceite de aquellos sea malo.

SR. SMITH: (continuando su lectura, chasquea la lengua).

SRA. SMITH: – Sin embargo, el aceite del almacenero de la esquina sigue siendo el mejor.

SR. SMITH: (continuando su lectura, chasquea la lengua).

SRA. SMITH: – Esta vez Mary ha cocido bien las patatas. La vez anterior no las había cocido bien. A mí no me gustan sino cuando están bien cocidas.


La Cantante Calva parece ser una sátira al modelo de comunicación que se apoya en la tríada Emisor, Mensaje y Receptor. El matrimonio Smith vulnera el modelo al negarse, por separado, a ser los Receptores del Mensaje. Ellos son permanentemente Emisores y, por lo tanto, lo que reciben desde el exterior o, al menos, desde su cónyuge, es sencillamente ruido.

Pero los Smith no son los únicos protagonistas de esta historia. También está el matrimonio Martin. Dentro del modelo de comunicación, ellos se encargan de poner a prueba la saturación de la información. El mensaje entre ellos fluye, pero la información es tanta que no pueden hacer otra cosa. En sus diálogos no hay espacio para el silencio, en sus diálogos no hay hiatos.

En el mundo del los Martin, Todo es mensaje, no hay receptores ni emisores. Ellos dejan, incluso, de reconocerse como marido y mujer.


Diálogo entre Los Martin

SR. MARTIN: – ¡Oh, Dios mío, qué curioso y qué coincidencia! ¡Estábamos, por lo tanto, frente a frente, estimada señora! ¡Es allí donde debimos vernos!

SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso! Es posible, pero no lo recuerdo, señor.

SR. MARTIN: – Para decir la verdad, estimada señora, tampoco yo lo recuerdo. Sin embargo, es muy posible que nos hayamos visto en esa ocasión.

SRA. MARTIN: – Es cierto, pero no estoy de modo alguno segura de ello, señor.

SR. MARTIN: – ¿No era usted, estimada señora, la dama que me rogó que colocara su valija en la red y que luego me dio las gracias y me permitió fumar?

SRA. MARTIN: – ¡Sí, era yo sin duda, señor! ¡Qué curioso, qué curioso, y qué coincidencia!

SR. MARTIN: – ¡Qué curioso, qué extraño, y qué coincidencia! Pues bien, entonces, ¿tal vez nos hayamos conocido en ese momento, señora?

SRA. MARTIN: – ¡Qué curioso y qué coincidencia! Es muy posible, estimado señor. Sin embargo, no creo recordarlo.

SR. MARTIN: – Yo tampoco, señora.



Si se carece de Mensaje o si se satura la comunicación, se torna absurda, pero lo mismo pasa si alguno de los otros elementos, Receptor o Emisor, no existen. Estas dos situaciones son representadas en La Cantante Calva, opino, por un Bombero, un Emisor que no encuentra Receptor –pues todos parecen ignorar las llamadas a la puerta y todos parecen desconocer la existencia de un incendio–, y por Mary, la criada de los Smith, una Receptora que aparentemente procesa ordenes que nadie le da.

En la obra, el Bombero también representa una metáfora de la comunicación sexual, el fuego de la pasión, la comunicación hecha acción, sin palabras. En el caso de los Smith, la mala comunicación verbal es complementada con una excelente comunicación sexual; en cambio, entre los Martin, como su mundo es solo palabra, carecen de sexo y lamentan no tener ningún incendio que apagar.

Esta forma dual de comunicación, verbal y sexual, obliga a preguntarse, otra vez, acerca del modelo planteado. ¿Qué significa comunicarse? ¿Cuál es el signo que realmente transporta la información? ¿Cuánto importa el otro? ¿Cuánto importa que importe?



Lo curioso es que, estas situaciones, por absurdas que parezcan, no son irreales, al contrario. Se trata de situaciones trágicamente humanas y es difícil no identificarse en algo con alguna de estas anomalías.

Yo, por ejemplo, muchas veces, no sé cuantas, he hecho cosas que nadie me pidió, he pedido ayuda y nadie me escuchó, y otras tantas, algunas menos, he pedido que me repitan la pregunta para disimular mi distracciones.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás en la actualidad en muchos hogares y también , por que no, en distintos ámbitos fuera de él, se den situaciones semejantes a las plasmadas en la obra, la de no poder relacionarse. Esto puede ser por el desinterés del otro acerca de lo que uno quiere transmitir, puede ser también la imposibilidad de manifestar cosas que conservaran ese interés que, tal vez, alguna vez existió.
Muchas veces sentí que alguien se comunica con otro sólo para manifestar lo que le ocurre sin importarle demasiado lo que el oyente opine o si a éste le ocurre algo, no hay tiempo ni ganas de escuchar la devolución y menos si no es lo que se desa escuchar,muchas menos ganas de servir de inetrlocutor válido para que el otro pueda hablar acerca de lo que siente o le sucede.
Creo que lo que a Ud. le ocurrió nos ocurre, en mayor o menor medida, a todos.Pienso que hacer cosa que nadie nos pide, si no se va en contra del otro, puede resultar positivo porque quizás no se pide algo por temor a la negación o rechazo del otro a realizarlo.
Estaría bueno replantearnos, ya que nos pone este ejemplo ante nuestros ojos,si somos buenos comunicadores y receptores. Tratemos de escuchar al otro con respeto y quizás asi se establecerá el feedback que mejore cualquier relación. Creo que, personalmente, trato de hacerlo pero prometo poner más atención por alguna de esas veces que no lo logré.
Excelente el tema elegido, como siempre !!

Anónimo dijo...

Cuántos interrogantes ... y qué difícil darles respuesta asertiva.
Como usted bien dice , el proceso de comunicación requiere de elementos indispensables ( emisor , mensaje, receptor) pero en este proceso creo que lo mas importante es la retroalimentación y que depende de la voluntad de compartir , de participar en el proceso , de involucrarnos ...
A veces hablamos tanto, que el mensaje llega lleno de interferencias , cuanto mas hablamos , mayor es la incomunicación y mas nos acercamos a la monotonía ...Creo no equivocarme al decir que de esta manera las relaciones , cualquiera sea , se rutinizan , produciéndose una desconexion que nos aleja del otro .
Y le diré más aún , a veces con ciertas actitudes nosotros mismos damos lugar a la incomunicación : devaluamos lo que el otro dice , minimizamos lo dicho , menospreciamos , respondemos con "sarcasmo" ...tanto así , que respondemos con un " bien " cuando no está bien , " nada " cuando sí hay algo , " no importa" cuando en realidad importa . Y lo peor que nos puede pasar es responder o que nos respondan con " un silencio " . Creo que nada puede reparar la desconexion .
Mucho se puede decir, mucho se puede pensar , pero la realidad es que la conexión comienza con la apertura de uno mismo .
Excelente tema , un tema que nunca pierde actualidad . Gracias por su " entrega " .-

Anónimo dijo...

la comunicacion,es un arte
muchas veces dificil de lograrlo
buen tema

Anónimo dijo...

Valiosa la ventaja que tiene el matrimonio de los Smith sobre el de los Martin. Existe al menos un canal a través del cual cierto tipo de comunicación se establece.