Quizás por ocioso o por rabioso y enojado con el hombre, o quizás por seguir la melodía de su angustia, Houellebecq se propone explicar ciertos sucesos de la vida desde el punto de vista de la biología molecular, la física de las partículas elementales, con un propósito algo incierto y velado.
Imagino que si se pudiese delegar en la ciencia, justificar científicamente la causa de la imbecilidad humana o de la traición, o la pérdida de la juventud, o el abandono sería un alivio, pues tendríamos a quién culpar. Nuestra vida sería una consecuencia y no una causa. La perpetua decadencia, la muerte, tendrían una justificación elemental. Ser un desgraciado en la tierra ya no sería inefable.
El sufrimiento, los amores y las ganas podrían ser reducidos a un discurso de gusanos, incluso a menos que eso, a una fórmula de Gay Lussac; tan elemental, digo, que seguir viviendo resultaría un acto de obstinación.
Sucesos como la bulimia, la atracción de los cuerpos, el deleite, el alivio, el deseo de volver a casa, la piel en llamas o el goce, son ejemplos de los intentos de Houellebecq, Michel —cualquiera de ellos, autor o personaje, da igual— por reducir al hombre a sus elementos y liberarlo de la culpa de Ser.
Sobre el goce, dice Christiane, la profesora de biología y amante de Bruno:
"—Todo es cosa de los corpúsculos de Krause... —Christiane sonrió—. Tienes que perdonarme, soy profesora de ciencias naturales —bebió un trago de Bushmills—. El tallo del clítoris, la corona y el surco del glande están cubiertos de corpúsculos de Krause, llenos de terminaciones nerviosas. Al acariciarlos se desencadena en el cerebro una fuerte liberación de endorfinas. Todos los hombres y todas las mujeres tienen el clítoris y el glande cubiertos de corpúsculos de Krause; casi en idéntico número, hasta ahí es muy igualitario; pero hay otra cosa, tú lo sabes. Yo estaba muy enamorada de mi marido. Le acariciaba y le lamía el sexo con veneración; me encantaba sentirlo dentro de mí. Estaba orgullosa de provocar sus erecciones…".
En este análisis resulta necesario, casi obvio, plantearse que, si el proceso de Ser, en definitiva, es una consecuencia de la combinación arbitraria de partículas elementales y si la vida, nuestra vida, es una consecuencia emergente del modelo alfa-omega, ¿será posible algún tipo de alteración? ¿Nos queda algo por hacer antes de sentarse a esperar que la vida nos viva hasta matarnos? Si la respuesta es "no", entonces es necesario aprender cuanto antes el oficio de "dejarse matar", de modo que es mejor optar por el sí.
Creo intuir que esta es, al menos hasta aquí, la lógica de Michel Houellebecq y, de hecho, pone a su principal personaje Michel Djerzinski a responder la misma pregunta.
Para Michel Djerzinski es tan fatigosa la existencia, es tan impropia la decrepitud, es tan profundamente irrazonable y absurda la infelicidad de los hombres que, aun aceptando que estos sean sucesos inevitables, siente el impulso de querer cambiarlos…
"La existencia individual, revelada al animal en forma de dolor físico, solo llega en las sociedades humanas a la plena conciencia de sí misma gracias a la mentira, con la que se puede confundir en la práctica".
Michel no es un héroe, ni siquiera es un héroe cansado, como Alatriste, pero, sin embargo, Michel tiene la antipática misión de salvar al hombre y, entre los materiales con los que edifica la estructura argumental que lo llevará a la respuesta, no existe la emoción. Es probable, no obstante, que se emborrache con vino malo, pero lo hará como consecuencia de la ineludible necesidad de sus elementos, de los cuales es víctima, ya lo sabemos.
"Era un chico raro; no sabía nada de fútbol ni de música pop. No era impopular en clase, hablaba con bastante gente; pero estos contactos eran limitados. Antes de Annabelle, ningún compañero de clase había ido a su casa. Se había acostumbrado a reflexiones y ensoñaciones solitarias; poco a poco se acostumbró a la presencia de una amiga. Solían subir en bicicleta la cuesta de Voulangis; luego andaban por praderas y bosques hasta una colina desde donde se dominaba el valle de Grand Morin. Paseaban sobre la hierba, aprendiendo a conocerse.”
Así que así es como eres, Muerte; así que así es como eres, Belleza. También descubre los elementos del Abandono, de la Piedad, del Aborto…, casi logra explicarlo todo. Esencialmente, explica al hombre, y hasta descubre un pasaje para la trascendencia. Sobre el final, publica su tratado, su alegato para el hombre. Hay una forma de mutar, de conseguir elementos distinguidos que nos conviertan en un nuevo hombre.
"Me gustaría creer que el yo es una ilusión, pero eso no impide que sea una ilusión dolorosa...".
Es cierto que la novela es un gran sofisma, pero lo curioso es que, pese a que se sabe que las premisas falsas llevarán a destinos inciertos, uno desea recorrer el camino con Michel, se enreda o se deja enredar en la sobrenatural ternura de Christiane y su arte de amar, y en la belleza de Annabelle y en su paciencia infinita. ¿Paciencia o amor?
“Nacida en una familia feliz (en veinticinco años de matrimonio, sus padres no habían tenido ninguna pelea seria), Annabelle sabía que su destino sería el mismo. El verano que precedió su encuentro con Michel, empezó a pensar en ello; iba a cumplir trece años. En algún lugar del mundo había un chico que ella no conocía y que tampoco la conocía a ella, pero con quien iba a vivir. Ella intentaría hacerle feliz a él y él a ella; pero ella no sabía cómo sería él, y eso era muy inquietante. En una carta al Journal de Mickey, una lectora de su edad expresaba la misma preocupación. La respuesta quería ser tranquilizadora, y terminaba con estas palabras: «No te preocupes, pequeña Coralie; sabrás reconocerle.»
Empezaron a verse para hacer juntos los deberes de alemán. Michel vivía al otro lado de la calle, a menos de cincuenta metros. Pasaban juntos, cada vez más a menudo, los jueves y los domingos; él llegaba justo después de comer. «Annabelle, tu novio...», decía su hermano mayor después de echar una ojeada al jardín. Ella se ponía colorada; pero sus padres no se burlaban de ella. Annabelle se daba cuenta: Michel les gustaba.”
Yo ignoro las motivaciones que pueda tener usted para leer la novela pero si, acaso, Un Mundo Feliz es posible y si hay un antihéroe –Michel– apático y abusivamente disciplinado que intenta descubrir cómo alcanzarlo, ¿no se dejaría convencer?
No diré que Michel es un espíritu de excepción; ni siquiera diré que es permisivo. Pero sí diré que el valor científico y filosófico de sus anotaciones no debería pasar completamente inadvertido.
El Houellebecq hacía kilos en los no-kilos. Sabés, el Houellebecq es muy Duras. Es cuando Duras decía "soy... –todo el mundo escucha en un estado de extrema atención– yo soy... miterrandeana". Entonces todo el mundo se dice "puta madre, es de una fuerza lo que acaba de decir..." Después, ella deja pasar un tiempo y dice "la gente... las mujeres ponen (arrojan) poco. Yo pongo (arrojo) mucho". Y Houellebecq, a quien yo adoro en el nivel de la palabra, Houellebecq, Houuuuurrrrrellebecq, entonces ahí Houellebecq...
Él tenía un costado muy cabello, muy pegado contra el cráneo, y era baudelaireano, tenía algo de indolencia, animado por una enorme cantidad de cigarrillos, y todo el mundo estaba en un estado de admiración...
Escribió un libro que se llama Partícula elemental...
—Estás deprimido?
—Y... espero la frase sobre Houellebecq...
—Y bien, a Houellebecq no se lo puede resumir en una sola frase. Es un estado de indolencia.
6 comentarios:
lei muy a las apuradas,pero la verdad esta excelente tu comentario,muy profundo, como para analizarlo,sobre todo desde el aspecto de las ciencias,que son mi vida,no asi la literatura,pero es una tentacion a leerlo
te mando un beso
es imposible que la ciencia explique ciertas cosas,como la imbecilidad humana,la traicion,el amor,el odio,si podría explicar la pérdida de la juventud y la muerte,pero,para que buscar a quien culpar de lo que nosotros mismos somos responsables?
creo que la vida,no nos va matando,la muerte simplemente llega a algunos mas tarde que a otros,lo importante es disfrutarla a pleno,dia a dia,sin pensar, que de a poco nos estamos muriendo
felicitaciones Carlos, segui viviendo sin pensar de donde partimos ni adonde llegaremos
un libro de mucha ficcion,pero interesante
felicitaciones
No hay que temerle a la Felicidad pues no existe, dijo Michel. Quizás no tenga existencia real, tangible, pero hay momentos, circunstancias, personas,sensaciones, que nos acercan tanto a ella que podríamos dibujarla, ponerle un rostro,sentir su textura, olerla, darle entidad. Vivamos las situaciones que nos dan placer, felicidad, en las que nos sintamos plenos. Por qué tratar de dejar pasar la vida, de explicar el displacer,de no comernos la fruta, de sentarnos a la vera? Prometo comentar con mejores armas este texto luego de leerlo.
Gracias por darle la posibilidad a mi intelecto de querer absorver más, mucho más. Leerlo despierta esto, curiosidad, deseo de saber más, de aprender y aprehender. Felicitaciones, monsieur.
si existiera una explicacion biologica a todas nuestras acciones,o reacciones,dejaríamos de ser muchas veces un misterio,seriamos casi robots,programados,prefiero la impredecibilidad
muy bueno
UN MUNDO FELIZ ES SIEMPRE POSIBLE,DEPENDERA QUE NUESTROS CORPUSCULOS, ELECTRONES GIREN EN LAS MISMAS ORBITAS QUE RIGEN LAS LEYES DEL UNIVERSO,PERO SIEMPRE EXISTE ALGUNA CAUSA,RAZON,CIRCUNSTANCIA,EN QUE NUESTRAS MAS PEQUEÑAS PARTICULAS DESOBEDECEN LAS LEYES FISICAS,Y DE AHI NUESTRAS ACCIONES O REACCIONES,SE IMAGINA AL COSMOS,DESOBEDECIENDO LAS LEYES FISICAS? SERIA UN CAOS
EN UNA PALABRA TODO DEPENDE DE NOSOTROS MISMOS,DEL SER O NO SER, DE QUE VIBREMOS EN LA MISMA SINTONIA
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