lunes, octubre 28, 2019

Las edades de Lulú, de Almudena Grandes

Cuando llegué al bar Lulú estaba sentada en un taburete, junto a la barra. Frente a ella había un gran espejo. No se giró para saludarme directamente, en cambio le sonrió al sujeto reflejado.

─Lo imaginaba diferente ─dijo. Su voz era dulce.

No quise saber a qué se refería con “diferente” ni como supo que era yo quien venía a entrevistarla. Le mencioné que esperaba verla con el abrigo verde que usó en la película y ella se excusó mencionando el clima y algo sobre el sentido de la ubicuidad. No recuerdo el resto de las excusas.

─ …Aunque usted se ve diferente a como lo imaginé, no fue tan difícil encontrarnos después de todo. ¿Trajo un cuestionario o improvisará? Dispare, no tengo mucho tiempo.

La mire discretamente y pensé que aun sin el abrigo que ella había prometido traer la hubiese reconocido. Además, sólo estábamos nosotros en ese bar. Disparé.

─ ¿Siempre vive sus fantasías?

─ Cuando me ven, especialmente los hombres, siempre se interesan por el aspecto erótico de mi vida. Parece que nunca podre eludir ese tipo de preguntas. ─ Hizo una pausa y suspiro resignada. Luego agregó. ─ Digamos que vivo inmersa en la fantasía, le hecho un par de huevos a la vida, como digo en la película.

─ Comprendo. Siempre hay más de una manera de ver las cosas. Ya que se cita a sí misma en aquella de los “huevos”. ¿Recuerda esta otra fase suya?


«... aquello, todo aquello, no era más que el prólogo de una eterna, ininterrumpida ceremonia de posesión […]»

¿Sigue pensando que su relación con Pablo fue una posesión? ¿Si fue una posesión entonces fueron sus fantasías o las de él?


«...La profundidad de ese pensamiento me sorprendió a mí misma mientras rodábamos encima de la cama, que ahora resultaba un reducto caliente y cómodo, lo que me devolvió a planos menos trascendentales, sugiriéndome que en la calle debía hacer un frío espantoso, idea placentera por excelencia, mientras yo seguía allí, cobijada y segura. En realidad, no me había dolido tanto. […]»

─En realidad no me había dolido tanto. Sí, dije eso. Olvídese de ese asunto de la posesión. Soy nostálgica y extraño a Pablo. A veces pienso que podríamos ser la misma persona y que nos resultaría fácil cambiar roles en la novela.

─De acuerdo, dejaré ese asunto de la posesión de lado. Ahora, respecto de los roles intercambiables, también pensaba lo mismo que usted hasta que leí esta otra frase:

En mi opinión eso explicaría la aparición de Ely, su amigo travesti. Ely representaría la virilidad de Pablo y su la feminidad, Lulú. ¿Puede explicarme esa contradicción?

─Ely es… Ely. ─Volvió a suspirar de aquel modo y casi sin aliente agregó… ─Veo que no trajo un cuestionario como todos los demás. ¿Acaso tiene más frases mías que necesiten ser aclaradas?

─Sí, tengo muchas frases que aun no comprendo, pero veo su incomodidad y no sé muy bien qué tipo de preguntas prefiere contestar. Trato con esta otra frase. Permítame:


«...Fue en aquel momento, a pesar de lo extravagante de la situación, cuando mi amor por Pablo dejó de ser una cosa vaga y cómoda, fue entonces cuando comencé a tener esperanzas, y a sufrir. Sus palabras -eres una niña especial, casi perfecta- retumbarían en mis oídos durante años, viviría años, a partir de aquel momento, aferrada a sus palabras como a una tabla de salvación[…]»

Si usted era tan especial y perfecta para Pablo, ¿dónde está él?

─Pablo no me dejo. Yo lo deje a él.

─ ¿Y entonces ahora quien fantasea por usted?

─ Sencillamente a Pablo no le gustaba estar presente en los momentos decisivos…. Apúrese. Solo tiene una última pregunta.

─ ¿Qué tan decisivo es este momento que justifica la ausencia de Pablo?

─Lea el final de la novela y lo sabrá. Adiós.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la entrevista. Muy buena la manera de resolver algo que es más sensual, pasional.

Flenning dijo...

Hay una discusión, aún en marcha, en la categoría del texto. Quizás acierten los queopinan que es pornografico.