No hace mucho, David, El hijo del bandoneonista, lamentaba la desaparición de la palabra tximeleta y hacía un nudo en el pañuelo para no olvidarla por completo. También escribió versos para nombrar las mariposas y hasta cantó canciones tristes, pero la x y la tx ya se habían ido del Euskera. Es muy difícil nombrar y recordar lo que no existe. ¿Cuánto tiempo puede resistir una mariposa anudada en un pañuelo? Una o dos generaciones, no creo que más de dos.
A Julio, el nuevo amigo de este barrio, también lo amenaza el olvido, el mismo olvido que ensombreció a las mariposas de David, pero distinto. Así es, ya debería saber Usted que el olvido es como el infinito: todos los olvidos son distinto, pero el Olvido es uno solo.
Julio no puede enterrar las palabras, ni anudarlas en un pañuelo, porque se trata de un olvido más masivo. Esta vez las palabras que se van son demasiadas y se van volando como mariposas. ¡Qué paradoja!
En el mundo de Julio, e orden de desaparición de las palabras podría no ser el alfabético. Podrían desaparecer primero las formas gramaticales más básicas y baratas. Sí, baratas. ¿Sabe usted cuánto vale una preposición respecto de un sustantivo o un adverbio respecto de un verbo? ¿Sabe usted cuanto más difícil es entender una expresión sin formas conjuntivas o adversativas que otra sin sujeto?
En el mercado negro de formas gramaticales alguien podría ofrecerle amablemente algunos de los adverbios bastante, agradable o suficiente para que usted le de fuerza a algún sustantivo de poca calidad. Algo así como bastante de poco o mucho de nada. También podrían ofrecerle alguna frase hecha como Algo es algo o peor es nada.
Son tiempos difíciles, de escasez de palabras, para Julio.
¿Si desapareciese la palabra madre, por ejemplo, también desaparecería el amor de madre? Sin madre y sin amor de madre un silencio turbio invadiría nuestros desvelos.
Son tiempos de escasez de palabras para Julio. Las palabras se fueron o se van y poco o nada importa el orden en que desaparecen. Algunas desaparecieron junto con las cartas manuscritas. ¿Cuánto hace ya de aquello? Otras quedaron atrapadas entre las hojas de enciclopedias arrumbadas en desvanes polvorientos. Unas pocas iniciales aún resisten bordadas en las esquinas de las servilletas.
Las palabras resisten, pero son tiempos difíciles. El ministerio de Cultura dejó de buscar palabras perdidas. Dicen que es por falta de presupuesto y que la gente, en general, no da razones precisas de cada desaparición y que, además, a muchos se les pierde el mismo sustantivo: paciencia. Para compensar tantas perdidas el ministerio de Cultura sugirió a la gente a tener otros hábitos en el consumo gramaticales. “Use emoticones, son más difíciles de perder y de olvidar, además, una imagen puede mas que mil palabras”, les decían.
Por su parte, las palabras también se dieron por vencidas. Se cansaron de ser invisibles, perdidas y olvidadas. La palabra mesa antes de transformarse en icono llegó a decir “si lo que prefieren comer con las manos sentados en una butaca frente al televisor, que les den…”
Otras palabras en cambio, prefirieron resistir y negociaron la ortografía por la fonética y ahora se escriben tq así o xq así o +o- así o qcyo cómo.
Adiós esdrújulas.
¿La función sigue a la forma o la forma a la función? Como dije, hubo palabras que resistieron apocopándose y transformando ortografía en fonética y otras que se expandieron en múltiples funciones sin perder la forma. La sociedad de las frases hechas
¿Estamos haciendo una encuesta sobre los hábitos de consumo de los vecinos de esta zona y me ayudaría mucho si fuera usted tan amable de contestarme a unas preguntas; Me gustaría ir al grano; Todo es por una mejor calidad de vida; No podría hacerlo de otro modo; Que sea lo que Dios quiera; Tengo el frio metido en el cuerpo; I am sorry. Son tempos domiciles, tempos de escasez y de orfandad.
Son tiempos difíciles. Junto perdió a su padre entre los 9 y los 90 y tenía una hemiplejia que no le permitía pronunciar correctamente las palabras que recordaba y no pronunciaba, ni siquiera mal, las que no recordaba. Su madre no tenía el hábito de consumo de hablar por teléfono con su hijo.
3 comentarios:
A veces las palabras están en nuestra acervo pero se van de nuestro decir, debería ser casi un mantra el decirlas a diario, como hacen los niños en el momento de dormir quienes repiten, casi siempre, lo aprendido durante el día. Práctica, señor, es práctica... Qué buen tema!!!!
No obstante, tengo una sensación de derrota del lenguaje. Muchas palabras son víctimas de la inmediatez y del slogan “menos es más”, por eso decía aquello de adiós esdrújulas. Tres silabas parecen demasiadas. Hay que decir menos y ha y que decirlo en 144 caracteres…
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