jueves, octubre 14, 2010

Espérame encendida

Ese abismo brutal lo encierra todo, el grito, el viento del oeste, la fragilidad, la fatalidad, lo porvenir, lo pasado…

Imaginé estar enterrado ahí abajo, pero apenas me sostuve en ese pensamiento, porque no supe cómo podría superar otra noche si lograba superar la primera. Maldita noche.

Recordé al señor Okada, el de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, que se había encerrado en el fondo del pozo de agua para meditar sobre cómo podría quitar la mancha de su cara o de su conciencia. Quién sabe. También recordé que él buscaba a Kumiko, su esposa, y la esperanza de recuperarla le daba un para qué.

A ellos, los mineros épicos, los esperaba alguien, y todos se salvaron. Quizás la esperanza sea a la desoladora negrura como la fuerza de gravedad es a las manzanas y a todas las cosas. Digo yo, que la esperanza debe ser una fuerza capaz de atravesarlo todo, incluso lo que no pesa, como la tensa espera, o la duda, o el infierno impenetrable, o la eternidad.

Junto a la moneda de la suerte, aunque en otra categoría, llevo siempre conmigo una antigua canción. Es una canción que tiene la virtud de cambiar de forma y hoy, y ayer, y durante los casi setenta días de la epopeya del rescate, me sirvió como un símbolo de espera esperanzada, espera encendida.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá esa epopeya de oro y polvo sirva para que todo el mundo entienda que los pobres, los rudos, los trabajadores de ojos cincelados por un paisaje de cavernas, pero no solo ellos, sino los abismados de toda laya, en tanto se cobijen en la esperanza, mientras puedan vislumbrar qué o quién los aguarda más allá, estarán a salvo. Pero no es suficiente. También es necesario que existan modos de decir parecidos al suyo, palabras así, capaces de establecer con trazo fino, como quien vela un dibujo con un lápiz, un manto de poesía sobre la tragedia humana.

Paola dijo...

Bellísima tu introducción y la letra que citaste.
Como bellísimo ha sido el hecho de saberlos sanos y salvos y hoy día ya liberados, recomenzando nuevamente sus vidas.

Anónimo dijo...

Me uno a su homenaje a esos hombres de espìritu libre , de alma valiente que con voz libertaria sembraron la esperanza bajo 700 mts .
Hoy ,la vida se manifiesta , se manifiesta la existencia de un Dios .Desde el hostil yacimiento surge un nuevo nacimiento .
No dejemos que historias como estas , caigan en el olvido .

Anónimo dijo...

Se han dicho, en tantos días de angustia, de fe, de esperanza, tantas cosas!! Pero, sabe que?, la síntesis de una parte de la existencia de esos treinta elegidos, la sensibilidad con la que expresa usted esa Esperanza que fue, sin duda, la que los mantuvo con fe plena, no la escuché ni leí en otra parte.
Gracias por plasmar lo que, a veces, uno piensa y quizás no puede manifestarlo o verbalizarlo como lo hace ud.!!!
Gracias también por la elección de esos versos que encierran tanta verdad, quién no se mantiene con la esperanza? Quizás la llamen de otra manera o crean que no es ella la que los mueves pero es necesaria, es maravillosa. Gracias, gracias!!!!

Javier dijo...

Casos como éste recuerdan que la esperanza es lo último que se pierde.

Un saludo

Eric Lavergne dijo...

Hola.Pasando a dejar mi saludo.

Anónimo dijo...

Pone usted en su escrito uno de los principios alquímicos de Hermes Trismegisto, "como es arriba es abajo" . Quien haya tomado contacto con ellos sabe que en su vida debe obrar bien para recibir bien. Pienso que los mineros, aún el galán del grupo, deben tener un gran amor humano para poder salvar sus vidas.
Nada es casual, y no es casual su comentario, ya que muestra su interior y si como es adentro es afuera... habla de una excelente persona.
Los lectores del blog, agradecidos... !!!