lunes, mayo 17, 2010

La leyenda de un padre con alma de ratón




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Diente por diente
Parece una trivialidad, pero las leyendas son como son, como las recetas de cocina: nadie sabe por qué hay que poner un número impar de hojas de laurel en los pucheros, sin embargo, el mandamiento de las hojas del laurel impares va a misa, lo mismo pasa con el bendito Pérez... ¿Quién puede creer que un ratón ande con cambio de a peso? ¡Eso sí es difícil de creer!

¿Y entonces qué? ¿Debemos decirles a los hijos la verdad o no? SI les decimos la verdad, somos crueles, y si los dejamos creer, seguro que alguno les da la buena nueva, que ni es tan nueva, ni tan buena. ¿Qué hacer?, ¿ser un refutador de leyendas o un mentiroso?

Así andaba yo, con un gesto algo dramático en la cara, en el sigilo de la madrugada, buscando un diente diminuto debajo de la almohada. Por fin, lo encontré. ¿Cuánto puede valer este diente? Es igual. No son horas de filosofar, solo tengo la mitad de lo acostumbrado, ¿a quién se le ocurre perder dientes a fin de mes? Hay ratones y ratones…

La cosa es que tengo el diente en la diestra, y la mitad de su valor en la siniestra. Mejor, guardo este billete de una vez, antes de que se despierte; es mejor poco que nada y es mejor nada a que me descubra en la maniobra. Demasiado tarde, compañero. El sujeto estaba con los ojos muy abiertos y muy curiosos, como los de un suricato, solo le faltaba mover la cabeza de lado a lado. ¡Adiós leyenda, pensé! ¡Mucho gusto, soy el ratón y, de paso, el rey mago! ¡Por cierto, el azar no existe! Pero no, no fue necesario explicar nada. La leyenda va sola, tiene vida propia, se adapta para sobrevivir a sus predadores. Escuché su voz somnolienta y enojada:

«… Dejá el diente donde estaba, papá. No te lo lleves. El ratón Pérez siempre me deja el doble de esa cantidad. Si te llevás mi diente, Pérez te va a dar a vos la cantidad que debería darme a mí. Es fin de mes, pero no te abuses […]».

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué linda historia que eligió para poner una nota de color y ternura a esta tarde gris!!
Creo que, en realidad, con esas historias de Reyes y de Ratones, no les mentimos a nuestros niños sino que intentamos, con esas pequeñas fantasías incentivar su imaginación. En el "Caso de Pérez" siento que ese trueque les sirve para que duela menos la pérdida del diente, cosa a la que nos vamos acostumbrando a medida que crecemos.
Yo recuerdo que cierta vez que a mi hija se le cayó un diente y, casualmente, era fin de mes tuve que activar también yo la imaginación para no hacer quedar a Pérez como un olvidadizo o tacaño. Dejé debajo de la almohada un papel de esos de colores con dibujitos con una leyenda que decía : "Vale por 10$" Firmado: Ratón Pérez. Al día siguiente mi hija vino correiendo con el vale en la mano y me dice : Mamá, mirá qué linda letra la del ratón!!! Debí convencerla que ese día en el banco no cambiaban los vales que dejaban por los dientes ;)

Viejex dijo...

Que buena historia!

Javier dijo...

Las leyendas o las historias combinadas con la "ingenuidad" de los niños tienen especial encanto.
Además, se deben perpetuar por el bien de todos.

Anónimo dijo...

En mi casa hemos seguido la tradición de dejar los dientecitos debajo de la almohada. La nostalgia y el recuerdo de esos años en que los dientes de leche se caen sin explicación alguna , se hicieron presente . Ver la carita de mi hijo a la mañana siguiente , expectante y fascinado por aquél cambio diente- dinero es un recuerdo inolvidable .
Leer su post , me transmitió ternura , amor y calidez y a la vez me hizo comprender que muchas veces la espera es muy fructífera , cosa que pocas veces lo vemos .
Gracias por tan lindo post .

Flenning dijo...

Anónimo 1: uno piensa que si tal cosa tienen melena de león, cola de loen y ruge como león no puede ser otra cosa que un león, pero con los chicos no sirve esa lógica tan bivaluada. Ellos ven a un padre con el diete de leche en una mano y las monedas en la otra y no piensan en “así que vos eras…”. Para ellos hay cosas que no se cuestionan y son capaces de sacrificar un padre por una ilusión ;)

Viejex: ¿vio qué casualidad que justo usted salió hablando de los dolores de muelas?

Javier: este oficio de crear héroes no se agota, sobre todo si uno busca en el inocente cajón de los juguetes, pero ya sabe usted que todos los héroes tienen su Némesis. Muchas leyendas son construidas en los espacios en blanco que deja la duda y si un tiene mala intención puede relegar la verdad a distritos muy oscuros. Pienso, por ejemplo, en la leyenda de la condesa Bathory, http://www.youtube.com/watch?v=EUFdcaborDg, y la hipótesis de fuese ella la autora del manuscrito Voynich.

Anónimo 2: Me alegra que su espera esperanzada haya dado frutos, aunque no sé a que sé refiere. Por lo demás, es cierto que un padre puede vivir con la acusación de que trafica dientes de leche entre almohadas, pero un hijo no puede vivir sin ilusión.

Anónimo dijo...

muy lindo el relato,pero dejeme decirle algo Flenning,mis hijos tuvieron una infancia feliz, quizás no con estas ilusiones, pero sí con otras, como aqui a veces despertaban y el raton Perez no había dejado nada,agarraban su dientecito,y lo llevaban a la casa de sus abuelos, y les decían ,si los ratones de ahi no tenían algo por ese dientecito, es lo mismo que la ilusión de un Papá Noel o los reyes magos,los niños de antes eramos más inocentes, ahora,son mucho más despiertos y casi descreen de estas historias o ilusiones

Regina Castejon dijo...

Cuanta razon, al poner el diente al mejor postor, el ratón paga el doble. Un bello relato que me ha dejado pensando entre decir la verdad y dejarles vivir la fantasía, pienso que estas fantasias son parte de la facinación de los niños y que deben ir seindo rveladas conforme crecen. Y como dices mala fecha fin de mes. Un fuerte abrazo

Flenning dijo...

Anónimo 2: ¿Qué seria de caperucita sin la abuelita? Sí, a veces los abuelos son cómplices de la leyenda.

Flenning dijo...

Solo de Interes: y un día húmedo y gris de otoño, mientras uno balbucea la verdad verdadera, ellos dicen:“... Ay, papá, ya lo sabia, me lo dijo Camila. Su mamá es dentista y se lleva los dientes en un frasquito [...]”. Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Al leer la historia uno recuerda que, cierta vez, creyó en el Ratón Pérez, en los Reyes y en el Niño Dios. Qué ganas de volver a sentir esa ilusión!!
Es cuestión de reflotar la inocencia y creer, confiar y, seguramente, algo bueno pasará!! Quizás un pensamiento mágico no daña a nadie y nos da la esperanza, motor necesario, que mueve esa felicidad a la que todos tenemos derecho.

Flenning dijo...

Es la hora nona, la hora de los justos, la hora de lo posible…