lunes, marzo 29, 2010

Pedro Páramo, de Juan Rulfo

Decidí releer Pedro Páramo porque quería comparar, desde la perspectiva del más allá y desde la perspectiva de la búsqueda hecha mito, las vidas de Teresa Mendoza, La Reina del Sur, y de Juan Preciado, el hijo de Pedro Páramo. La comparación entre Juan y Teresa no es caprichosa porque, de hecho, Pedro Páramo es uno de los libros de referencia de Teresa, ella se sostiene a través de la ficción porque al menos en la ficción hay esperanza, sin embargo con la identificación con Juan es de otra categoría. Las decisiones de Teresa están profundamente influenciadas por Juan Preciado y por Edmond Dantès, El Conde de Montecristo, pero del amigo Dantès me ocuparé en otro momento.

Ellos buscan en Comala un paraíso conceptual, un lugar donde el agua no sea vieja y donde el campo huela a miel fresca.

«... Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el rizar de la tarde con la lluvia de triples rizos. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel recién derramada [...]»

Ambos buscan el mismo paraíso, sin embargo. Teresa busca su destino a partir del olvido, de la desmemoria y de la huida de su pasado. Ella rompe la única foto que la vincula a su pasado y hasta se reconstruye a sí misma en una nueva crisálida. Huye de Sinaloa y busca en Comala, su paraíso conceptual, su futuro. Juan, en cambio, camina en dirección a Comala para reconstruir su pasado, para encontrar su identidad. Juan busca en Comala a su padre biológico, Pedro Páramo, oculto entre la vaguedad de las palabras y entre los ojos tristes de su madre.

Ellos siguen el mismo camino, pero con diferentes destinos. Pese a todas las intenciones, Comala es lo que es, una tierra yerma, sin ruidos o con ruidos lastimeros parecidos a tormentos, donde todas las horas del día son iguales, excepto por la aridez y la fuerza del viento.

«… Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer […]».

«… Sentirás que allí uno quisiera vivir para la eternidad. El amanecer; la mañana; el mediodía y la noche, siempre los mismos; pero con la diferencia del aire. Allí donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si fuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida […]».

«… El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba: plas plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laureles que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. Ya se había ido la tormenta […]».

En las encrucijadas del camino hacia Comala, ambos personajes se enfrentan a la misma pandilla de gatilleros, traficantes y mercenarios. Cinco siglos igual, nada ha cambiado entre el mundo de Juan y el de Teresa. Viven la misma odisea. Unos trafican almas en la iglesia pidiendo diezmos a cambio de bendiciones y otros trafican hachís en el Mediterráneo pidiendo… pues, lo mismo. Unos quieren quedarse con las tierras de La Media Luna y otros quieren quedarse con la ruta de la seda. «¿Y las leyes? ¿Cuáles leyes?».

El pasado de Juan es reconstruido como si alguien mirase un álbum de fotos un poco desordenadas, u ordenadas por ese viento de Comala, tan distinto y tan igual. Este es Fulgor; aquella es mi madre, doña Doloritas, la Lola; aquel es Abundio; aquella es doña Eduviges; aquella es Susana; aquella otra es Ana, la sobrina del cura Rentería, aquel mi padre, don Pedro, y aquel su otro hijo, Miguel Páramo… ¡Qué jóvenes se veían!... Cada uno cuenta una historia, una historia un poco falsa, un poco sesgada y un poco bisbiseada entre huesos y dientes de calavera. Todos están muertos, todos amortajados por el desamor.

Fotos de y por Juan Rulfo

La vida de Teresa es reconstruida de un modo menos caótico; quizás se deba a que casi no hay fotos, porque de las únicas dos fotos que había, una la rompió Teresa. ¡Pinche güero, qué sola la has dejado a la Teresa…! Y la otra foto, la que está con el gallego Santiago Fisterra en la planeadora, no la conocía ella. Porque si no, también la hubiese rajado, a ver si sí.

Comala no solo es un lugar sin tiempo, también es un tiempo sin lugar, porque en Comala no hay retorno. Teresa y Juan van de la mano por el mismo camino; sin embargo, lo diré otra vez, sin embargo, no llegarán al mismo destino.

-¿Se siente mal?
-Mal no, Ana. Malo. Un hombre malo. Eso siento que soy.

Para Teresa, Comala es el mañana. Para Juan, Comala es el ayer. Para mí, y quizás para usted, Comala es un lugar sin tiempo, pero muy cercano al hoy, donde lo pasado aún no pasó y donde lo que pasará está pasando. Todos los días son iguales a ayer y a mañana. Comala, junto con su tiempo no tiempo, es la periferia de la muerte, porque en Comala no hay sueños, ni ilusión, ni esperanza, ni ayer, ni mañana.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

sabía que sus escritos personales, suelen resultar más interesantes ,que sus comentarios de libros?
yo,que usted, que tiene el don escribiría más y leería menos, además usted puede crear un héroe ,ya que siempre anda buscándolo

Anónimo dijo...

Uno mira al cielo y pregunta "por qué". Entonces, los dioses callan. Esa es, para mí, la mejor definición de "tragedia" que alguien haya podido dar.

Me pregunto si el cielo de Comala es diferente del nuestro, en la medida en que no hay cielo que contenga las respuestas que, con tanta desesperación, buscamos.

Es bastante perturbador descubrir que la tragedia reside en las palabras: tiempo, ayer, mañana, ilusión, qué más da...

Si Juan y Teresa van de la mano, es porque ambos tendrán el mismo destino.

(Disiento, cruel comentarista de las preguntas a quemarropas, clavadas en sus textos como puñales incompasivos).

¿O no es, acaso, el destino, la suprema pregunta sin respuesta?

Anónimo dijo...

Desde el título, el autor nos da la idea de desierto, de desamparo, falta de abrigo...
Juan Preciado,tal vez motivado por la visión de su madre,o quizás porque siente esa necesidad, va en busca de su pasado, de sus ancestros. Es, tal vez, que necesita encontrar el amparo, la calidez, el abrigo?
Quizás, a diferencia de Teresa, que quiere olvidar, Juan lo que necesite es bucear para poder entender el presente, buscar las respuestas para encarar el futuro.
Como lector es avezado y como escritor, maravilloso!! Encontrar y establecer una relación entre dos personajes que parecerían diametralmente opuestos y termina usted tomándolos de la mano y hace que los imagenemos juntos. Realmente y sinceramente, LO Felicito!!

Flenning dijo...

Anónimo 1: Sin sarcasmos le confieso que lo que no sabía es que tuviese algún don. Este es un espacio dedicado a seres legendarios, o míticos, o con algún rasgo rescatable desde esta perspectiva, mi tarea pro ahora solo es la de la interpretación, por ahora no pensé en la posibilidad de abrir otros espacios.

Anónimo 2: Bajo el cielo de Comala, tan sin brisa ni esperanza, hasta el agua se hace vieja. Bajo ese cielo el paraíso conceptual se convierte en purgatorio, en un “eterno todavía”. Ellos van al mismo infierno, pero no sabe. Pese a Comala y su cielo de muerte, yo creo que Juan eligió mejor que Teresa, porque al menos él eligió el camino del reencuentro y pudo vivir su muerte, Teresa en cambio mató su vida reconstruyéndose y huyendo de si misma.

Decía Jorge Wagensberg, el dueño del epígrafe de este espacio: ¿Si la respuesta es la naturaleza, cuál fue la pregunta? Para mí, sinceramente, lo trágico es no comprender las preguntas porque respuestas sí que hay.

Anónimo 3: Hablamos de Teresa Juan como si fuesen reales, pero esté bien porque la identificación se da en todos los planos. Fíjese. Teresa está en el plano de la ficción y lee la novela Pedro Páramo que es un libro del plano real; Teresa se identifica con Juan que es también personaje de ficción; Pérez-Reverté piensa en Rulfo; Rulfo no piensa en Pérez-Reverté ni en mí. Yo pienso en Pérez-Reverté, Rulfo, Teresa y Juan; usted quizás piensa en mí, y así y así y así….

Anónimo dijo...

Qué dos realidades tan oscuras ... qué tristeza ir en busca de un pasado , de una identidad y encontrar la muerte .Pareciera que estos dos personajes estan muertos en vida . O quizá están vivos en un mundo parelelo a la muerte ?
Me pregunto porque Juan no construyó su realidad cimentada en los sueños , en la imaginación ...
A Teresa en cambio ,que huyó de su pasado acompañada por sus secretos y un corazón fortalecido por el dolor , le ganó el instinto de supervivencia .
Lo felicito !!No solo es un avezado comentarista sino que además tiene un increíble gusto en la selección de sus lecturas .
Personalmente solo tengo para reprocharle , que no me da tiempo para leer los libros que usted comenta y opinar de manera mas certera . Pero , en voz baja le digo... no me haga caso porque es posible que de lo contrario, lo llegara a criticar por olvidarse de sus seguidores :)
Un abrazo Flenning !! y felices pascuas , bendiciones para usted y sus afectos

Anónimo dijo...

muy buen comentario Flenning
felicitaciones