sábado, junio 27, 2009

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larson

Algunos amigos de este espacio, como Jorge Ibargüengoitia, Arturo Pérez Reverte, y ahora Stieg Larsson, no solo se han destacado como periodistas y corresponsales de guerra, sino como autores de novelas épicas o detectivescas y todos ellos han construido, además, personajes de los cuales nos gusta hablar.

Los héroes de sus novelas están un poco maltrechos, y un poco heridos de piedad. En su mundo, como en el mundo de casi todos los héroes, no hay justicia.

La chica que sueña con una cerilla y un bidón de gasolina, la chica que odia a los hombres que no aman a las mujeres, es Lisbeth Salander. Lisbeth vive al límite de todo, incluso de la anorexia. No es atractiva. Es masculinamente femenina, es piadosamente violenta, parcamente expresiva, desnudista pudorosa, suavemente árida…

Decanta sus horas en medio de una indefendible tristeza y, mientras ignora relámpagos y truenos, estudia física astronómica y ecuaciones diofantinas. En su cuaderno de notas ha escrito, rudamente, una ecuación elíptica: x3 + y3 = z3. La anotación parece casual, casi un acto de rebeldía. ¿Por qué Fermat? ¿Por qué una ecuación elíptica? ¿Es un capricho o una metáfora de complejidad?

De pronto, entre putas y estupefacientes, ocurre un triple crimen. Tres víctimas: x, y, z, envueltas en un polinomio cúbico. Lo que parecía una metáfora, es ahora una ecuación obstinadamente compleja, y su solución, el culpable del crimen, parece ser la heroína.

Lisbeth es una heroína del género patafísico, una buscadora de soluciones ingeniosas para problemas complejos. No tiene súper poderes; sus únicos recursos son su sagacidad y su obstinación. La ecuación elíptica no es solo una metáfora de complejidad. Cada hipótesis conduce a un nuevo interrogante cuya solución es aún más compleja.

Tres víctimas: x, y, z. Tres hilos en la investigación: A, B y C -el oficial, el periodístico y el personal-. Las víctimas se relacionan de a dos, pero no de a tres, los hilos se mezclan de a dos, pero no de a tres.

Ella es una heroína muy distinta a otros héroes. Ella nunca es del todo inocente. Es sociópata, no tiene amigos. Ella está sola, sola de soledad y sola de todo. ¿Cómo distinguir a los buenos de los malos si ni siquiera los héroes parecen héroes?



Nadie se mete con Lisbeth Salander, con esa chica que piensa en una cerilla y en un bidón de gasolina… Hace pagar con el infierno a quienes juegan con fuego. Su moral no tiene aristas, ni colores, ni grises, ni sutilezas. No hace falta ser exigente con ella: por las buenas lo da todo, por las malas… mejor se reza uno una plegaria y ordena sus deudas. ¿No perdona? ¿No confía?

En alguna parte de Estocolmo, Lisbeth reparte moral Salanderiana y aquieta las tempestades que trae la incomprensión. Con sus cuarenta kilos de humana, su cara de niña pobre y su metro y medio de poca cosa, siembra claridad. Preocúpese si es de los malos.

Lisbeth Salander es muy simple de entender pero es casi imposible de resolver. Es como la ecuación de su cuaderno de notas. Es diofantina y elíptica. Ella misma es el enigma de Fermat, es de apariencia simple y vulnerable, sin embargo, resiste heroica, y es sumamente compleja. Es breve e inasible. No la encontrará usted entre los héroes de este mundo ni el mundo de los números enteros. ¿Lisbeth Salander conoce la solución del enigma o es la solución?

3 comentarios:

Adriana dijo...

¿Qué quiere decir "diofantina"?

Flenning dijo...

Diofantino es un adjetivo genérico que denota cierto tipo de ecuaciones, especialmente las ecuaciones que propone el propio Diofanto en su obra “La Aritmética”. De esta obra, especialmente del problema 8 del libro II, deriva el problema de Fermat.

Yo proponía el adjetivo “diofantina” para Lisbeth Salander porque opino que ella es como la ecuación de su cuaderno de notas, x ** 3 + y ** 3 = z ** 3, sencilla a simple vista, pero muy difícil de resolver, de aprehender. La ecuación que escribe es diofantina.

Por lo demás, también decía yo que así como no existen soluciones enteras para la ecuación planteada (Fermat proponía esto y Andrew Willes lo demostró), Lisbeth no puede ser abordada con los parámetros clásicos de la sociedad. Ella no es rubia, ni bonita, ni voluptuosa, ni amable, ni piadosa, ni simpática,…. Pero tiene un par de cojones…

Adriana dijo...

Entiendo. Gracias.