martes, agosto 16, 2005

Amanecer de la Esperanza

Hoy, aquí, juro que La Madrugá durará por el resto de mi vida, como ilusión y antojo de mis sentidos, o para que no duela como duele lo que acaba. Prometo que el resto de mis días se alargará en una eterna Madrugá, arrasando con la siesta para siempre.

Se irán o vendrán las horas, entre aromas de romero y paula, entre azahares, y nardos, y canela. Vendrán o se irán los instantes, marchando con paso de bulla, anárquicos y peregrinos, pero definitivos. Prometo que mi vida quedará envuelta en asombro y rebeldía, arropada por caricias soñadas y por saetas payas o gitanas, me da igual.

La Madrugá empieza hoy, en Sierpes, con ese Nazareno de pies descalzos que he visto, con su pregón de jazmines, tocando tangos por rumbas a La Macarena, mientras aún tenía espinas en las manos. Luego seguirá calle abajo, como el agua, y como la vida, y como la muerte, rodeada por capirotes, penitentes y por algunos siniestros malasangre que buscan, también, eternizar sus días.

Si esta Noche Mágica tiene que ver con la pasión, entonces tiene que ver con la esperanza; con ella. ¿Quién no se siente valiente esta noche? ¿Quién no se haría devoto de la vida? ¿Quién no querría ir "al cielo con ella", sin capataz mediante? ¿Quién, creyendo que su valor se le supone, no querría demostrar, vestido de azabache y oro, en el tercio que le toque en suerte, que puede más de lo que puede, por ella?

Y calé por la Estafeta, con ese sentimiento de pleamar mediterráneo recorriéndome el alma, hacia la muralla almorávide. Caminé con expectación misteriosa, despojado de magia blanca y de nigromancia. Fui en su busca con lo puesto, sólo a solas con mi vida, sin más yelmos que mi gitanería, mi vocación, y mi vergüenza. Esta noche voy por ti, guapa. Hoy, ahora, voy por ti, cariño, para enredarme en tu cintura y acabar con tu cuerpo. Dios te ampare...

Mientras suenen los tambores del imperio, pondré mi empenachada voluntad a velar por tus armas, Esperanza. Velaré por la alegría que sucede a tu pena flamenca. Antes de que amanezcan los vencejos, me beberé enterito el callejón de agua, sólo para tomar aliento. Haré mía la banda de tu arrabal y te sentenciaré a lo que siento, como debe ser sentido. Talmente serás mía, de palabra y obra. Y te cantaré saetas con el corazón en un puño, o con el puño sobre mi corazón macareno, y esperanzado.

En estos inciertos minutos, sólo tengo por cierta la esperanza. En esta precisa Madrugá de saetas y lirios, sólo tengo imprecisas coplas que se desmadejan en pétalos de alboradas calés y mías, muy mías.

En este ir y venir de palios y de brisa de noche entrada, en este trasminar de orégano y de marismas, en este revuelo de faldas y de mantillas, en este eterno todavía de la víspera, en este minúsculo reencuentro con el tiempo, quiero que sepas que voy tajeando tela a quien se interponga en nuestro camino, esperanza. Macarena.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

una ilusion,una obsesion,una pasion..........
un cuento encantador y apasionado

Anónimo dijo...

Si al leer esto , mas que leerlo, sentirlo, olerlo, tocarlo, la sangre no te fluye y sientes bullir el alma gitana, pos estas muerto chaval!!!

Anónimo dijo...

con tantos aromas me dieron ganas de conocerlo existe?

Anónimo dijo...

se olfatea...se siente...vibra...arde¡¡¡
cuanta pasion¡¡
felicitaciones

Anónimo dijo...

La magia, la noche, la pasion, la esperanza, la vida y la valent�a de vivir el sentir de tu sangre gitana.
No se si es que leo, pero si se que es que siento.
Hace fluir, mi sangre mora en cada palabra.
No dejes de escribir...no nos prives de leer, sentir tu sangre gitana!!!

Anónimo dijo...

Y acá me encuentro, otra vez amaneciendo en la esperanza, creyendo quizás que el leer y releer, me transporte a vivir dentro de un cuento o en la esperanza.

Anónimo dijo...

Cuantas veces leí este escrito!!! Y cuantas veces lo leo siento vivir en el corazón la esperanza. Me deleito con los aromas que describe y hasta el alma vibra con los sentimientos que plasma. LLega a los más profundo de la sensibildad.